Sebastián Marset, el narcotraficante uruguayo considerado como uno de los criminales más buscados de Sudamérica, ha vuelto a ser noticia tras el envío de una carta a diversos medios de comunicación. En este comunicado, Marset lanza críticas severas a los gobiernos de Uruguay, Bolivia, Paraguay y Estados Unidos, y mientras las autoridades norteamericanas mantienen una recompensa de hasta 2 millones de dólares por su captura, el narco no escatima en ataques directos a figuras relevantes, además de expresar su preocupación por la situación legal de su esposa, Gianina García Troche, que se encuentra encarcelada en Paraguay. Su mensaje, leído en la radio por la periodista Patricia Martín, se presenta como una férrea defensa de su persona y de su familia, y una clara demanda para que se fijen condiciones claras para su entrega a las autoridades.
En sus críticas, Marset no se detiene a la hora de cuestionar la legalidad de la detención de su esposa, a quien acusa de ser víctima de un sistema judicial sin respeto por los derechos humanos. Según Marset, su esposa está presa «sin pruebas» y en condiciones inhumanas, lo que despierta inquietud sobre las prácticas carcelarias en Paraguay. Asegura que la persecución hacia su familia carece de fundamentos legales sólidos, usando como ejemplo la imputación por lavado de dinero debido a la posesión de un vehículo a nombre de ella, algo que califica de insólito. Además, se desvincula de su ex socio Federico Santoro, quien se declaró culpable de delitos relacionados con el narcotráfico en EE.UU. y a quien llama «sapo», enfatizando su ofensa hacia las traiciones en el mundo criminal.
Marset, al afirmar que las pruebas contra él no son válidas, destaca que las autoridades han vulnerado sus derechos en la recolección de evidencia. En su misiva, se queja de la falta de respeto hacia el narcotráfico, sugiriendo que aquellos que prosperan en ese entorno deberían hacerlo con reconocida cautela. Parafraseando, Marset parece tomar la delantera al jugar con la idea de que si las autoridades continúan abusando de su poder, provocarán una respuesta adversa por parte de los involucrados en el crimen organizado.
Despreciando el gobierno de Estados Unidos, Marset asegura que no teme a las falsas acusaciones que se han levantado en su contra, cuestionando su papel en el narcotráfico a nivel internacional. Expone su desdén por un sistema que, según él, disfraza sus propias complicaciones bajo el manto de una guerra contra las drogas, y critica a los líderes de EE.UU. por supuesta hipocresía en su enfoque sobre el narcotráfico. De manera desafiante, deja claro que no se siente amenazado, incluso frente a los 100 millones de dólares que se ofrecen por su captura, lo que plantea un interrogante sobre su realidad actual y su presunta ubicación.
La reacción de las autoridades uruguayas no se hizo esperar. El ministro del Interior de Uruguay, Carlos Negro, minimizó el contenido de la carta de Marset, afirmando que tales comunicados no afectan el trabajo del ministerio ni la cooperación internacional en su captura. Negro afirmó también que este tipo de amenazas son comunes en el ámbito del narcotráfico. En un contexto más amplio, la reaparición de Marset se desarrolla en medio de una presión creciente por parte de los gobiernos de Paraguay y Uruguay, así como de organismos como la DEA, que buscan acciones coordinadas para atrapar a este narcotraficante, quien aun con su notoriedad y enfrentando un cerco internacional, continúa manejando su discurso desde la sombra.








