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Desaparición de especies marinas en Aysén y Chiloé

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La alarmante desaparición de especies nativas de peces y crustáceos en los canales de Aysén y Chiloé ha llamado la atención de pescadores locales, quienes están advirtiendo sobre los graves efectos que la industria salmonera está teniendo en sus ecosistemas. En el impactante documental «El lamento del mar», se arroja luz sobre cómo la salmonicultura extensiva, que ha proliferado en estas regiones chilenas, está detrás de la acumulación de desechos, antibióticos y sustancias químicas que perjudican la vida marina. Pescadores artesanales como Luis Hernández, del Foirdo Comau, denuncian que la situación es crítica, pues la cantidad de jaibas ha disminuido drásticamente desde la llegada de esta industria, lo que representa una amenaza no solo para su economía, sino también para la biodiversidad local.

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De manera similar, Maria Levicoy, artesana en lana de la Isla Tac de Chiloé, ha notado que la afluencia de la industria salmonera ha llevado a la muerte de muchas especies que antes eran comunes en la región. En su propia experiencia, recuerda que solía haber abundantes jaibas y erizos, pero hoy en día no encuentra nada, lo que representa una pérdida irremediable de la rica biodiversidad que caracterizaba a la zona. La voz de Levicoy resuena con la de otros pescadores que también han visto cómo sus recursos se evaporan a medida que avanza el modelo extractivista de la industria salmonera.

Jaime García Curinao, pescador artesanal de Puerto Chacabuco, informa que las prácticas de ‘baño de salmones’, que implican el uso de químicos para eliminar parásitos, explican parte del problema. Esta costumbre no solo afecta a los salmones, sino que también daña el ecosistema circundante. García Curinao hace un llamado urgente a la reflexión sobre cómo la salmonicultura, en su afán por maximizar la producción, está comprometiendo la salud de las especies nativas y la forma de vida de las comunidades costeras.

La situación se agrava con el testimonio de Juan Carlos Pérez Mariman, dirigente de pescadores artesanales en Puerto Cisnes, quien añade que la contaminación está causando que muchas especies nativas presenten condiciones dañinas, como piojos y hematomas. Esta realidad indica que la fauna marina está sufriendo por el modelo de explotación vigente. Pérez Mariman subraya que la falta de estudios y regulaciones sobre el impacto ambiental de la salmonicultura está llevando a una pérdida irreversible de recursos que solían ser abundantes en sus aguas.

Los pescadores se pronuncian enérgicamente, haciendo un llamado a la acción tanto a las autoridades como a los consumidores. Resaltan que la agroindustria está no solo deteriorando su forma de vida, sino también el tejido social y cultural de las comunidades. Luis Hernández expone que el costo de un kilo de salmón, que alcanza los 8.000 pesos, no compite con el del congrio, que carece de químicos. Esto pone de relieve la desconexión que existe entre los consumidores y el proceso productivo del salmón. «El lamento del mar» se convierte así en una denuncia que busca despertar la conciencia sobre el impacto de las elecciones alimentarias y la urgente necesidad de proteger el medio ambiente y recuperar la riqueza del océano.

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