Una vez más, la gestión del alcalde Sebastián Sichel en Ñuñoa se encuentra en el ojo del huracán debido a la reciente restauración de la histórica pérgola de la Plaza Ñuñoa. La intervención, que buscaba renovar este emblemático espacio comunal, ha sido duramente criticada por los vecinos, quienes afirman que la elección de colores no corresponde a los originales. En particular, el arquitecto Sebastián Gray se convirtió en uno de los principales detractores, al calificar la nueva paleta de colores como «horrenda» y destacar que el estuco original debería presentar tonos más suaves y acordes a su historia arquitectónica, específicamente un color que evocaba el arena, un café-amarillo pálido que se había perdido con el tiempo.
La controversia no solo ha generado un eco en los círculos de la arquitectura y el patrimonio, sino que también ha inflamado el debate político en la comuna. Sebastián Sichel, lejos de hacer caso omiso a las críticas, decidió responder a través de sus redes sociales. En un video, el alcalde arremetió contra lo que denominó ‘izquierda boutique’, acusando a sus detractores de falta de celebración ante un proyecto que debería unir a la comunidad en la recuperación de un símbolo local. La defensa de Sichel radica en su visión de renovación y progreso, aunque muchos vecinos insisten en que el respeto por la historia debe prevalecer sobre la modernidad.
Apenas un día después de la reinauguración de la pérgola, la controversia dio paso a un episodio de vandalismo que quedó registrado en las redes sociales. La histórica estructura fue objeto de graffitis en su reciente pintura roja, lo que llevó a la municipalidad a actuar rápidamente para borrar las improntas en menos de una hora. La reacción de Sichel fue inmediata y contundente; el alcalde atribuyó el acto de vandalismo a las repercusiones del ‘estallido social’ y a aquellos que, en su opinión, celebran el daño al patrimonio, lo que añadió aún más leña al fuego del debate sobre la convivencia social en una comunidad que sigue lidiando con las heridas del pasado.
A medida que la polémica se intensifica, la comunidad de Ñuñoa se ve dividida entre aquellos que apoyan la visión de cambio de Sichel y otros que exigen una mayor sensibilidad hacia el patrimonio cultural local. Las críticas al alcalde no solo se limitan a la restauración de la pérgola, sino que en general reflejan un descontento hacia una gestión vista como agresiva en su deseo de modernización. La cuestión sobre cómo equilibrar la contemporary y el respeto por la historia continúa siendo un tema candente entre los habitantes, generando un debate que trasciende al propio proyecto de la pérgola.
En medio de este contexto, las consecuencias de la controversia se sienten no solo en las redes sociales, sino también en la cotidianidad de la comuna. Los vecinos han comenzado a organizarse y a expresar sus opiniones sobre la necesidad de una gestión más inclusiva y reflexiva respecto al patrimonio local. Por su parte, Sichel se enfrenta al desafío de mantener su agenda de renovación sin alienar a una parte importante de sus constituyentes. La Plaza Ñuñoa y su pérgola restaurada se han convertido en el símbolo de un conflicto más amplio sobre la identidad de un barrio que busca avanzar mientras honra su historia.








