La aparición del exministro Claudio Alvarado como figura clave en el próximo gabinete del presidente electo José Kast ha levantado controversia, especialmente a la luz del reciente fallo judicial en su contra por abuso laboral. Alvarado, quien se desempeñó como Ministro Secretaría General de la Presidencia durante el segundo mandato de Sebastián Piñera, podría retomar un papel preponderante en el gobierno de Kast, ya sea en esa misma cartera o incluso en el Ministerio del Interior, a poco más de dos años de las elecciones presidenciales de 2026.
El exministro ha sido objeto de críticas debido a su historial laboral que incluye alegaciones serias por parte de Cristina Sanhueza, quien trabajó cuidando a su padre sin contrato formal ni pago de cotizaciones previsionales. Al ser despedida, Sanhueza decidió presentar una demanda para reclamar sus derechos, a lo que Alvarado respondió negando cualquier vínculo laboral entre ambos. Sin embargo, el fallo del Juzgado de Letras y Trabajo de Castro validó las denuncias de Sanhueza, afirmando que el exministro había realizado pagos informales que evidencian una relación de dependencia laboral.
La crítica hacia Alvarado también se ha intensificado por su aparente falta de ética en el ejercicio de funciones públicas. Sanhueza cuestionó la «altura moral» de Alvarado, sugiriendo que una persona con antecedentes de vulneración de derechos laborales no debería ocupar posiciones de tal relevancia en un gabinete ministerial. Sin embargo, estas críticas parecen haber sido eclipsadas, ya que el círculo político de la UDI y Republicanos está priorizando su experiencia como funcionario público por encima de su cuestionado pasado.
El diputado Jaime Coloma (UDI) ha manifestado su apoyo a Alvarado, sugiriendo que posee la capacidad necesaria para ser la mano derecha de Kast en su nueva administración. Esta declaración resuena en un contexto donde el gobierno se establece como firme en la promoción de orden y moralidad, pero al mismo tiempo recibe con los brazos abiertos a figuras como Alvarado, cuyas acciones fueron objeto de un juicio por su gestión laboral. Esto levanta interrogantes sobre la coherencia y los principios que guiarán el futuro gabinete.
A medida que se desarrollan las negociaciones para conformar el equipo de Kast, el nombre de Claudio Alvarado está en la mesa como una pieza significativa del entramado de confianza del nuevo presidente. Si bien su posible nombramiento genera dudas sobre la capacidad del nuevo gobierno de garantizar la defensa de los derechos laborales, es evidente que la política chilena se enfrenta a un dilema: ¿cómo reconciliar la experiencia con los principios éticos necesarios para liderar de manera efectiva y justa?








