En un contexto de creciente tensión internacional, el gobierno de Donald Trump ha intensificado su retórica amenazante hacia Venezuela, acusando al presidente Nicolás Maduro de liderar un «cártel terrorista» y ofreciendo una recompensa de 50 millones de dólares por su captura. Estos movimientos han sido interpretados por analistas y críticos como un intento de justificación para un cambio de régimen, similar a los argumentos utilizados para justificar la invasión de Irak en 2003. Bajo esta luz, el gobierno venezolano ha calificado estas acciones de «terrorismo», reflejando la seriedad de la situación ante la acumulación de fuerzas navales estadounidenses en aguas cercanas a Venezuela. Esta escalada de tensiones ha llevado a una respuesta significativa por parte del pueblo venezolano, que ha comenzado a movilizarse en apoyo a su gobierno.
Este fin de semana, miles de venezolanos se unieron en las Plazas Bolívar de todo el país para enlistarse en la Milicia Bolivariana, un movimiento que refleja el compromiso del pueblo en la defensa de su soberanía. El presidente Maduro celebró esta masiva movilización en un mensaje a la nación, destacando la importancia de este alistamiento: «Hoy han dado un paso al frente para integrarse en el sistema defensivo nacional». La participación activa fue respaldada por el General en Jefe Vladimir Padrino López, quien saludó la «efervescencia total del pueblo en la calle», evidencia de un sentimiento patriótico y de unidad en momentos de crisis.
En medio de esta situación, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha intervenido denunciando las afirmaciones de Estados Unidos sobre la vinculación de Venezuela con el narcotráfico. En respuesta a críticos, Petro refutó la existencia de un «cartel de los soles» en Venezuela, comparando la narrativa estadounidense con las falsedades sobre armas de destrucción masiva en Irak. Estas declaraciones reflejan no solo una defensa del gobierno venezolano, sino también una crítica más amplia al papel de Estados Unidos en la política latinoamericana, sugiriendo que la verdadera red de narcotráfico es operada en realidad por actores con conexiones en los propios Estados Unidos y Colombia.
Petro también abordó las potenciales consecuencias de una intervención militar en Venezuela, advirtiendo de un escenario desastroso que podría resultar en un aumento masivo de la migración hacia Colombia y una caída en el precio del petróleo, con efectos devastadores para la economía colombiana y la empresa estatal Ecopetrol. En este sentido, el mandatario colombiano enfatizó que cualquier operación militar no autorizada por los países hermanos sería vista como una agresión contra la soberanía latinoamericana, recalcando el compromiso de Colombia con la unidad regional y la defensa de los principios de independencia y autogobierno.
Reiterando la necesidad de unidad en la defensa de la soberanía latinoamericana, Petro emitió una declaración donde recordó que «Colombia y Venezuela son el mismo pueblo, la misma bandera, la misma historia». Con esta premisa, reafirmó su compromiso de proteger la integridad de la región frente a cualquier agresión externa. Este llamado a la unidad puede verse no solo como un mensaje de apoyo hacia Venezuela, sino como un intento estratégico de fortalecer los lazos entre los países latinoamericanos en tiempos de creciente turbulencia global y presiones geopolíticas.








