Las elecciones presidenciales en Ecuador, programadas para abril de 2025, han resaltado el alarmante fenómeno del uso masivo de inteligencia artificial (IA) para propagar desinformación. En particular, los deepfakes se han convertido en una herramienta clave para difundir mentiras y socavar la credibilidad de los candidatos. Un caso revelador es el video manipulado que muestra a la candidata Luisa González afirmando que implementará en Ecuador un «régimen como el de Venezuela», lo que rápidamente se viralizó en plataformas como TikTok y X, acumulando más de 2.1 millones de visualizaciones antes de ser desmentido. Este tipo de contenido ha planteado serias interrogantes sobre la integridad del proceso electoral ecuatoriano y cómo las redes sociales se han convertido en el terreno fértil para la desinformación.
Un análisis de Lupa Media indica que en el período cercano a las elecciones se identificaron al menos 15 piezas de contenido generadas mediante IA, incluidas manipulaciones que suplantaban a presentadores de medios de comunicación reconocidos. A pesar de que no todas estas piezas eran deepfakes hiperrealistas, el impacto de la desinformación fue substancial; se estima que el 23% de la desinformación electoral en Ecuador fue producida con herramientas de IA. Más preocupante aún es que el 32% de los votantes que vieron este tipo de contenido comenzaron a dudar de los resultados de las elecciones, lo que pone en riesgo la percepción pública sobre la legitimidad del proceso democrático.
Aunque la experiencia en Ecuador destaca la urgencia del problema, en Chile la situación podría ser incluso más problemática. Durante el proceso constituyente del 2022-2023, la desinformación ya había hecho estragos, con grupos como «Resistencia Patriótica» utilizando bots e influencers para difundir mentiras. Un estudio reciente de AIM Chile reveló que el 71% de la población chilena ve la desinformación como una amenaza grave para la democracia. Con el acceso a herramientas de IA más sofisticadas, el potencial para crear contenidos engañosos e impactantes se amplía, lo que hace que el entorno electoral chileno sea vulnerable ante estas tácticas de manipulación.
Las tácticas de desinformación más comunes en Ecuador y potencialmente en Chile incluyen narrativas tóxicas que giran en torno a temas sensibles como la migración, la seguridad y fraudes electorales ficticios. Asimismo, existe una tendencia alarmante de suplantación de medios de comunicación, donde videos falsos que imitan a canales de noticias internacionales se usan para dar credibilidad a afirmaciones engañosas. Esta estrategia no solo confunde a los votantes, sino que también socava la confianza en fuentes de información legítimas, lo cual es esencial para un sistema democrático saludable.
Ante la proliferación de deepfakes y desinformación, los expertos advierten sobre la necesidad de regular el uso de la IA en contextos electorales. Se han propuesto diversas medidas, como la adopción de marcos legales al estilo del Digital Services Act de la UE, que obliga a las plataformas digitales a eliminar rápidamente contenido manipulador. También se ha planteado la necesidad de implementar marcas de agua digitales en el contenido generado por IA y la sanción explícita en casos de abuso malicioso. A pesar de estas recomendaciones, Chile aún carece de legislación específica para manejar la desinformación en el ámbito electoral, lo que podría dejar al país en una posición desventajosa frente a los desafíos que se avecinan con las próximas elecciones.