La trayectoria de Marina Latorre ha dejado una impronta significativa en la escena cultural chilena, especialmente durante los convulsos años sesenta. En un contexto marcado por tensiones políticas y sociales, Latorre se consolidó como una figura clave en la literatura y las artes, influyendo en varias generaciones de creadores y pensadores. Criada en un hogar donde se valoraba la lectura gracias a su padre, un ferviente sindicalista, sobresalió académicamente al estudiar pedagogía y castellano en la Universidad de Chile, lo que la preparó para su futuro en el ámbito cultural.
Tras su regreso de Europa, donde vivió una enriquecedora experiencia junto a su esposo Eduardo Bolt, Latorre lanzó la galería de arte Bolt en su casa de la calle Londres, en Santiago. Este espacio no sólo sirvió como una plataforma para la exhibición de obras de destacados artistas como Camilo Mori y Nemesio Antúnez, sino que también se convirtió en un refugio para la música de la Nueva Canción Chilena, al acoger a DICAP, impulsando los proyectos de figuras emblemáticas como Víctor Jara y Quilapayún. La galería fue un hervidero de actividad cultural, generando diálogos y reflexiones sobre el arte y la sociedad.
En 1964, Marina Latorre dio un paso decisivo en su carrera literaria al publicar «Galería clausurada», una colección de cuentos que, con un enfoque social y poético, criticaba el mundo del arte. Esta obra resonó en un público ávido de un cambio y reflejaba el clamor de una época convulsa. Un año después, Latorre lanzó la revista «Portal», donde colaboraron escritores de renombre como Jorge Luis Borges, Francisco Coloane y Pablo Neruda, quien se convirtió en un pilar constante de la publicación. La revista se consolidó rápidamente como un referente literario en Chile, ampliando el espectro de la discusión cultural.
A partir del 14 de agosto, diversos homenajes fueron organizados en honor a Latorre, destacando su influencia en la cultura chilena. Entre ellos, se incluía una serenata bajo su balcón en el histórico barrio de París con Londres, una ceremonia del Partido Comunista en la que Latorre es militante y una semana de homenaje en la Universidad Católica Silva Henríquez. Además, la Sociedad de Escritores de Chile también planeó un evento en su sede, donde se le entregaría un reconocimiento por su trayectoria. Estos actos no solo celebran su obra, sino que también subrayan su relevante papel en la resistencia cultural durante años difíciles.
El legado de Marina Latorre se extiende más allá de la literatura, pues también brilló como periodista, profesora y editora. Su ensayo «El incendio de la Federación Obrera de Magallanes (1973)», que fue galardonado con el Primer Premio de la Editorial Quimantú, quedó inédito durante años debido al golpe de Estado. A pesar de los embates de la dictadura, incluyendo la detención de su esposo y la destrucción de su colección, Latorre continuó produciendo obras significativas como «Fauna Austral (1977)» y «¿Cuál es el dios que pasa? (1978)». Con la reciente re-edición de «Galería clausurada» y la próxima creación de la Fundación Marina Latorre Uribe, se busca preservar su invaluable contribución a las artes y la literatura chilena.








