En medio de la creciente condena internacional hacia Israel por su reciente ofensiva militar en la Franja de Gaza, los gobiernos de Brasil, Chile y Colombia han tomado acciones concretas esta semana para presionar al gobierno de Benjamin Netanyahu. La comunidad internacional está alarmada por el impacto humanitario del conflicto, y estos países latinoamericanos se suman a un creciente clamor para que Israel permita el ingreso de ayuda humanitaria en Gaza, donde el bloqueo ha derivado en una grave crisis de hambre. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha escalado el tono de sus críticas, acusando a Israel de perpetrar un «genocidio» contra el pueblo palestino, describiendo la situación actual en Gaza como una expresión de venganza y un intento por despojar a los palestinos de su territorio legítimo.
Lula no solo ha solicitado la acción humanitaria inmediata, sino que también está trabajando para formar una coalición internacional en apoyo de Palestina. Su ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, participó en una cumbre de cancilleres en Madrid que pretende construir un frente común a favor de los derechos palestinos. Ya se ha visto un deterioro significativo en las relaciones entre Brasil e Israel, que se acentuó tras la decisión de Brasil de retirar a su embajador en Tel Aviv, lo cual fue precedido por la calificación de Lula como persona non grata por parte del gobierno israelí tras sus polémicas comparaciones de la situación en Gaza con el Holocausto.
Por su parte, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha expresado una postura firme y crítica hacia Israel, en ocasiones superando incluso a Brasil en términos de condena. Al igual que Lula, Petro ha calificado las acciones israelíes de «genocidio» y, en un acto de respaldo inquebrantable a Palestina, Colombia designó recientemente a su primer embajador en Territorios Palestinos, solidificando su reconocimiento y apoyo a los derechos palestinos. Esta política se complementa con el reconocimiento de que la solución al conflicto debe ser la creación de dos Estados. Colombia rompió relaciones diplomáticas con Israel el año pasado, reflejando un cambio notable en su política exterior.
En el extremo sur del continente, Chile, bajo el liderazgo del presidente Gabriel Boric, también ha alzado su voz en contra de la ofensiva militar israelí. Boric anunció esta semana la retirada de los agregados militares de la embajada chilena en Tel Aviv en protesta por lo que describió como una acción militar desproporcionada. Chile, que alberga la mayor comunidad palestina fuera de Medio Oriente, ha reiterado su demanda a Israel para que cese sus operaciones y respete el derecho internacional. Además, ha tomado medidas previas que han suscitado controversia, como la exclusión de empresas israelíes de un evento internacional, lo que ha sido interpretado por algunos como un acto de sesgo antisemita.
Contrario a la postura de Brasil, Colombia y Chile, el gobierno de Argentina bajo Javier Milei ha expresado su apoyo incondicional a Israel. El presidente argentino planea un viaje a Tel Aviv donde recibirá el premio Génesis, un reconocimiento significativo que refleja sus vínculos con Israel. Desde su asunción, Milei ha revertido históricas posturas anti-israelíes en foros internacionales, y ha justificado las acciones de Israel en Gaza como parte del derecho a la defensa ante el terrorismo de Hamás. Esta polarización en la política de América Latina no solo revela la diversidad de posturas en la región, sino también la complejidad de la situación en Medio Oriente y sus implicaciones para las relaciones internacionales.








