El gobierno de la India ha negado rotundamente que su reciente operación militar en Pakistán tuviera como objetivo a civiles, argumentando que todas las acciones fueron dirigidas exclusivamente contra presuntas bases terroristas. Según un comunicado emitido por el Ministerio de Defensa indio, estas operaciones fueron una respuesta a un ataque armado que dejó a varios turistas muertos en la región de Cachemira, administrada por la India. Las autoridades india aseguraron que las acciones llevadas a cabo fueron «enfocadas y precisas», y no resultaron en daños a objetivos civiles, económicos o militares en Pakistán, apuntando solamente a campamentos terroristas específicos que, según ellos, son conocidos por planificar ataques transfronterizos.
Por otro lado, la narrativa oficial de Pakistán contrasta fuertemente con la de India. El ejército paquistaní ha reportado un total de 24 ataques en diferentes localidades, resultando en la muerte de ocho civiles y más de 35 heridos, además de la desaparición de dos personas. La operación, denominada «Operación Sindoor», fue anunciada a través de las redes sociales, con el ejército indio afirmando escuetamente: «Se ha hecho justicia». Esta respuesta del ejército indio parece derivarse de la masacre del pasado 22 de abril en Pahalgam, en la que 26 civiles, en su mayoría turistas, fueron asesinados.
El Ministerio indio describió el ataque como «una respuesta precisa y contenida» a la amenaza terrorista que, según ellos, se origina en el lado paquistaní de la frontera. A pesar de las afirmaciones indias de que los ataques no buscaron provocar escalada, el portavoz militar paquistaní, el teniente general Ahmed Sharif Chaudhry, condenó la operación india catalogándola de «cobarde», afirmando que hubo bajas y anunciando que su país estaba llevando a cabo operaciones aéreas y terrestres en respuesta a lo que consideran una agresión. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán también ha calificado el ataque como «un acto de guerra flagrante y no provocado».
En Cachemira, la población ha expresado su temor tras los bombardeos, reportando la conmoción provocada por el sonido de los aviones y el silbido de los misiles. Este nuevo episodio de violencia ha elevado la ansiedad sobre la posibilidad de un conflicto a gran escala entre ambas naciones nucleares, que históricamente han estado en desacuerdo por la región. Los ciudadanos en áreas cercanas a la frontera han descrito el ambiente como tenso, y la reactivación de las hostilidades solo ha agravado la incertidumbre en la región.
Los objetivos de los ataques indios abarcaron distintas localizaciones en Pakistán, incluyendo Muridke y Bahawalpur en la provincia punjabí y áreas de Cachemira administradas por Pakistán. El primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, ha enfatizado que su país tiene «todo el derecho de responder con contundencia a este acto de guerra». En este contexto, las acusaciones mutuas entre India y Pakistán continúan complicando aún más las relaciones bilaterales, con la India acusando a Pakistán de estar detrás del ataque del 22 de abril, aunque hasta el momento no ha presentado evidencias claras que respalden sus alegaciones.