En una jornada histórica para la política colombiana, el pasado 26 de octubre el Pacto Histórico llevó a cabo su primera consulta abierta, marcada por la participación de ciudadanos que deseaban contribuir a la decisión sobre su candidato presidencial para las elecciones de 2026. Este innovador mecanismo, establecido por la Resolución 7958 del Consejo Nacional Electoral (CNE), permitió a los colombianos no afiliados al pacto votar, facilitando así una mayor inclusión en un proceso electoral que tradicionalmente ha estado reservado a partidos específicos. A pesar de ciertos inconvenientes logísticos en la instalación de más de 20,000 mesas de votación, la consulta logró atraer a miles de votantes, evidenciando el interés y la movilización que genera la coalición progresista, conformada por fuerzas políticas como el Polo Democrático y el Partido Comunista Colombiano.
La consulta resultó en la elección de Iván Cepeda Castro como candidato del Pacto Histórico, quien obtuvo un 64.02% de los votos, consolidándose como el nuevo líder de la coalición hacia la presidencia. La contienda se había centrado entre Cepeda y su rival Carolina Corcho, quien, aunque mostró una candidatura fuerte, no pudo derrotar al experimentado senador. Cepeda, conocido por su trayectoria en la defensa de los derechos humanos y su labor en los procesos de paz en Colombia, ahora se prepara para llevar su mensaje a las elecciones generales de 2026, prometiendo una continuidad en la búsqueda de justicia social y paz para el país.
El contexto de esta consulta no solo ha sido relevante por la elección de un candidato, sino también por la manera en que refleja el sentir y las demandas de una ciudadanía cansada de la exclusión política. Tal como lo expresó Keshava Lìévano, las figuras de Cepeda y Corcho no se presentan como líderes tradicionales, sino como representantes de un pueblo que ha encontrado en ellos una voz legítima. Ambos candidatos han construido su imagen en torno a la memoria y la dignidad del pueblo colombiano, lo cual ha resonado en muchas comunidades que buscan un cambio real en la política nacional. La consulta entonces se convierte no solo en un ejercicio electoral, sino en un acto de reafirmación identitaria para varios sectores sociales.
Los análisis de expertos como el politólogo Francisco Javier Cuadros han subrayado que el resultado de esta consulta debe leerse más allá de los números. Cuadros explica que la importancia de tales ejercicios radica en la capacidad de movilización y organización del electorado, en lugar de enfocarse únicamente en los votos cuantitativos. La cifra de entre uno y tres millones de votantes se considera un buen indicador de la fuerza del movimiento, destacando que la consulta representa una manifestación simbólica de la identidad de una base progresista que busca estar presente en el escenario político colombiano.
Con esta consulta, el Pacto Histórico no solo ha dado un paso adelante hacia las elecciones de 2026, sino que también ha establecido un precedente en el ámbito político colombiano. La participación activa de los ciudadanos, tanto dentro como fuera del país, a través de plataformas digitales, ha marcado un camino hacia una mayor inclusión y un fortalecimiento de la democracia participativa en Colombia. A medida que se aproxima la contienda electoral, el escenario está preparado para un movimiento político que pretende desafiar el statu quo y ofrecer una alternativa viable para la población, con la esperanza de que finalmente la justicia social y la paz se conviertan en realidades palpables.








