La política proteccionista del presidente Donald Trump ha resonado con ecos del pasado en América Latina, especialmente con las figuras de Juan Domingo Perón en Argentina y Getúlio Vargas en Brasil. Ambos líderes, en sus respectivas épocas, promovieron la “independencia económica” de sus naciones a través de la implementación de aranceles y políticas de industrialización que buscaban reducir la dependencia de la economía estadounidense y europea. Trump, abrazando estas ideas, ha logrado establecer paralelismos llamativos al declarar una guerra comercial contra aliados y competidores, argumentando que las prácticas de comercio injusto han puesto en riesgo la industria estadounidense. Más allá de ser una simple coincidencia retórica, muchos expertos sugieren que la forma en que Trump ha adoptado estos principios refleja un resurgimiento de ideas económicas que América Latina ha intentado, en gran parte, dejar atrás por sus fracasos históricos.
El proteccionismo de Trump ha despertado comparaciones con la Estrategia de Sustitución de Importaciones (ISI) que implementaron líderes como Perón y Vargas en el siglo XX. La ISI buscaba fomentar la producción local mediante la imposición de barreras arancelarias para proteger las industrias nacionales, una lógica que Trump ha replicado con su reciente política de aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Este tipo de proteccionismo, visto como una solución a la pérdida de empleos en el sector manufacturero estadounidense, ha sido alentado con el mismo fervor populista que caracterizó a sus homólogos latinoamericanos. Sin embargo, a pesar de sus promesas, analistas advierten que el contexto actual es radicalmente diferente, lo que podría conducir a consecuencias económicas desfavorables.
Expertos como Mónica de Bolle del Instituto Peterson de Economía Internacional han subrayado que, aunque pueda haber justificaciones en términos de proteger el empleo local, las políticas de Trump se enfrentan a un contexto económico global que no puede ser ignorado. La ISI se implementó en un marco donde muchas economías estaban buscando reconstruir sus capacidades productivas tras la Segunda Guerra Mundial, algo que no encaja con la realidad de una economía estadounidense ya desarrollada. «La lógica de Trump está anclada en un modelo anacrónico global”, indica De Bolle. Esto plantea la pregunta sobre la viabilidad del proteccionismo moderno en una economía globalizada.
No obstante, las similitudes entre la retórica de Trump y de líderes como Perón son innegables. La idea de una «liberación» económica mediante la autosuficiencia encontró eco en los discursos del presidente estadounidense, quien ha afirmado que su intención es devolver la grandeza a la industria manufacturera de Estados Unidos. Durante un evento reciente, Trump se refirió a sus políticas como un medio para proteger a los trabajadores estadounidenses de la competencia desleal, igual que Perón proclamó su independencia económica de las potencias extranjeras. Sin embargo, la historia de la ISI en América Latina demuestra que tales estrategias pueden conducir a la ineficiencia y el estancamiento, algo que muchos economistas temen que se repita en Estados Unidos.
Finalmente, aunque los líderes latinoamericanos como Perón y Vargas implementaron políticas gubernamentales expansivas que incluyeron la nacionalización de industrias clave, Trump sigue una senda diferente, abogando por reducir el tamaño del Estado mientras mantiene su intervención en la economía. La experiencia histórica de América Latina aconseja cautela; muchas de esas naciones enfrentaron problemas económicos crónicos debido a la dependencia del proteccionismo y la no competencia en los mercados globales. La advertencia de los expertos es clara: si bien el enfoque proteccionista puede ofrecer alivio a corto plazo, sin una estrategia clara y coherente, podría traer consigo la inflación y debilitar los sectores que se busca proteger, repitiendo la historia de fracasos que ya conoció América Latina.








