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Refugio afrikáners en EE.UU.: bienvenida y controversia

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El reciente arribo a Estados Unidos de 49 afrikáners sudafricanos ha marcado un hito en la política migratoria del país bajo la administración de Donald Trump. Este grupo, compuesto por descendientes de colonos neerlandeses, recibió asilo por parte del gobierno estadounidense al alegar que huían de un presunto «genocidio» en Sudáfrica. La llegada, que tuvo lugar el pasado lunes en el Aeropuerto Internacional de Dulles, se produce en un contexto de creciente tensión racial en Sudáfrica, donde los afrikáners han manifestado sentirse perseguidos y amenazados por la actual legislación sobre confiscación de tierras.

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La recepción de estos refugiados fue encabezada por el subsecretario de Estado, Christopher Landau, quien expresó su satisfacción por darles la bienvenida y destacó su potencial para contribuir al país. Las declaraciones de Landau generaron un respaldo incondicional hacia este grupo, enfatizando la idea de que su llegada representaba un «logro significativo» para la política estadounidense de protección a minorías que enfrentan discriminación. El Departamento de Estado, a través de su portavoz, Tammy Bruce, aplaudió el esfuerzo del gobierno en atender a estos individuos, resaltando la urgencia de la situación en Sudáfrica.

La administración Trump ha justificado su decisión al considerar a los afrikáners como un «grupo vulnerable» que enfrenta injusticias raciales. El presidente Trump ha afirmado que, aunque la raza no debería ser un factor, la brutalidad en la que son asesinados los granjeros blancos y la confiscación de sus tierras son realidades que no pueden ignorarse. Esta postura no solo polariza a la opinión pública estadounidense, sino que también plantea dudas sobre la real situación de los derechos humanos en Sudáfrica, un país que ha enfrentado y continúa lidiando con el legado del apartheid.

La política de refugio express, en contraposición a los largos plazos que enfrentan otros solicitantes de asilo, ha generado controversia y análisis críticos. Según la analista sudafricana Ryan Cummings, las razones jurídicas y humanitarias para conceder asilo a los afrikáners son cuestionables. Cummings enfatiza que las leyes que buscan reparar la exclusión histórica de la población negra en Sudáfrica no actúan en contra de los blancos, como se alega, sino que son intentos de rectificar desigualdades históricas. En este sentido, argumenta que los afrikáners aún gozan de un estatus privilegiado dentro de la escala socioeconómica del país.

Este episodio también ha intensificado la crisis diplomática entre Estados Unidos y Sudáfrica, a raíz de las acusaciones de violaciones de derechos humanos y expropiación de tierras. La orden ejecutiva firmada por Trump para proteger a los descendientes de colonos ha sido fuertemente criticada por el gobierno sudafricano, que ha denunciado la hipocresía de tales reclamaciones mientras se observa una postura activa de este mismo gobierno en otros contextos de derechos humanos, como las violaciones en Gaza. La respuesta de Pretoria a las declaraciones y acciones de Washington resaltan la complejidad de las relaciones entre ambos países, donde las cuestiones de raza, derechos humanos y políticas migratorias continúan generando debate.

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