En una reciente intervención durante el programa de radio T13 «Mesa Central», Cristián Valenzuela, principal consejero del candidato presidencial José Antonio Kast y director del centro de estudios Ideas Republicanas, encendió la polémica al sugerir que el Partido Republicano podría considerar adoptar «elementos» de regímenes autoritarios, específicamente refiriéndose al gobierno del presidente salvadoreño Nayib Bukele. La conversación se centró en la seguridad y la criminalidad en Chile, temas que han resonado profundamente en la sociedad chilena ante un aumento significativo de la violencia en diversas regiones del país.
Valenzuela hizo una clara alusión a las palabras de Kast, quien había afirmado anteriormente que «se necesita más Bukele y menos Boric», evidenciando una preferencia por políticas que prioricen el control y el orden. A pesar de reconocer que el régimen de Bukele se considera autoritario, Valenzuela defendió su postura citando la urgencia de reducir los homicidios y mejorar la seguridad ciudadana, asegurando que «si se trata de reducir los homicidios que se cuentan a la orden del día, ese es mi norte».
Sin embargo, la afirmación de Valenzuela ha sido objeto de críticas por implicar una disposición a sacrificar principios democráticos en pos de resultados tangibles. Cuando se le cuestionó sobre la perpetuación del poder característico del gobierno de Bukele, su respuesta fue que no tendría problema en implementar «buenas políticas» sin importar su origen. Esto ha llevado a que muchos interpreten sus palabras como una revelación de la verdadera ideología del Partido Republicano, que parece estar dispuesta a alterar normas democráticas en favor de un enfoque más pragmático.
La postura de Valenzuela y su cercanía a Kast lo convierten en un personaje clave en la estrategia política del partido, especialmente en un contexto donde la seguridad se ha vuelto una de las principales preocupaciones de los votantes. Su defensa de medidas de seguridad radicales que prescinden del marco democrático está generando un intenso debate sobre hasta qué punto los chilenos estarían dispuestos a aceptar un deslizamiento hacia un gobierno más autoritario en nombre de la estabilidad y la seguridad.
En este marco, las declaraciones de Valenzuela no solo reflejan las discusiones internas del Partido Republicano, sino que también sugieren un camino potencialmente peligroso para futuras administraciones. El tomar inspiración de modelos autoritarios, aunque sea por motivos de seguridad, abre un debate profundo sobre el futuro de la democracia en Chile y los límites éticos que un gobierno debe observar al implementar políticas públicas efectivas, dejando a la sociedad civil en vilo ante la posibilidad de un cambio radical en la gobernanza del país.








