El senador Javier Macaya ha tomado la determinante decisión de renunciar a la presidencia de la Unión Demócrata Independiente (UDI) después de que su padre, Eduardo Macaya, fuera condenado por abuso sexual a menores. La noticia ha sacudido el ámbito político en Chile, donde la figura del senador se había consolidado como un líder emergente dentro de su partido. La renuncia de Macaya se produce en medio de una creciente presión por parte de sus colegas en el oficialismo y en la coalición Chile Vamos, quienes argumentaron que su permanencia en el cargo era insostenible dada la gravedad de las acusaciones contra su padre.
En una declaración pública, Javier Macaya expresó su profundo respeto por el Estado de Derecho y reafirmó su compromiso con la defensa de los derechos de las menores afectadas por los actos de su padre. Esta postura se ha interpretado como un intento de distanciarse del escándalo que rodea a su familia y de mostrar su solidaridad hacia las víctimas. Sin embargo, su renuncia no ha puesto fin a la controversia, marcada por la presión interna que enfrentó desde figuras clave de su partido, como Marcela Cubillos, quien le instó a elegir entre el apoyo a su padre o su futuro político.
Evelyn Matthei, otra importante figura de la UDI, también se pronunció al respecto, afirmando que en situaciones de esta naturaleza, es fundamental centrarse en la protección y el apoyo a las víctimas. Sus palabras reflejan una creciente preocupación dentro del partido sobre cómo manejar la situación de manera que no afecte aún más su imagen ante el electorado. El escándalo ha planteado serias preguntas sobre la ética y la responsabilidad de los líderes políticos en relación con las acciones de sus familiares, especialmente en casos tan sensibles como el abuso sexual.
La condena de Eduardo Macaya, quien ha recibido una pena de seis años de prisión efectiva y actualmente se encuentra cumpliendo arresto domiciliario, ha llevado a un escrutinio sin precedentes no solo sobre su accionar, sino también sobre el legado político de su hijo. Javier Macaya, antes de renunciar, había reconocido públicamente su error al respaldar a su padre en una entrevista, lo que demuestra un intento de asumir la responsabilidad frente a una población cada vez más crítica. Esta situación ha expuesto las tensiones personales y profesionales que se han visto interpeladas a raíz de este proceso judicial.
La sentencia contra Eduardo Macaya permite a las partes impugnarla en un plazo de diez días, lo que añade un elemento de incertidumbre a un caso que ya ha generado bastante conmoción. En una reciente aparición en Canal 13, Javier Macaya se mostró del lado de su padre, lo que acentuó la división dentro de su entorno político. La renuncia del senador representa no solo un momento crítico en su carrera, sino también un reflejo del dilema moral que enfrentan muchos políticos cuando sus vidas personales se entrelazan con las imperativas de un cargo público. El futuro de la UDI y su capacidad de reconstruir su imagen ante el escándalo sigue siendo incierto.








