En un giro sorprendente de los acontecimientos, Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos con un enfoque pacifista muy alejado de su retórica habitual. Al más puro estilo de Gandhi, Trump se presentó ante el mundo como un defensor de la paz, prometiendo resolver las crisis en Ucrania y Gaza con soluciones innovadoras y menos confrontativas. En lugar de las sanciones y el despliegue militar, el ex presidente prometió facilitar negociaciones que pusieran fin a los conflictos y a la violencia que ha asolado ambas regiones.
Sin embargo, sus propuestas han sido recibidas con escepticismo. En Ucrania, Trump sorprendió al presidente Volodymyr Zelenski al sugerir que la única salida viable era la rendición, acatando los deseos de Vladimir Putin. Esta declaración, hecha en un evento transmitido en vivo, dejó a muchos cuestionando la autenticidad de su compromiso con la paz. La idea de aceptar la dominación rusa fue vista como una humillación para Ucrania, una nación que ha luchado valientemente por su soberanía e independencia.
Por otro lado, el conflicto en Gaza tampoco ha escapado del radar de la nueva administración. Trump se imaginó un futuro en el que la Franja de Gaza se transformara en un atractivo turístico similar a Marina d’Or, lo que implicaría un éxodo masivo de esos territorios. La propuesta fue recibida con incredulidad, ya que olvidaba las complejidades históricas y sociales que han llevado a la actual crisis en la región. Muchos se preguntan cómo es posible pensar en un destino turístico en un lugar donde la vida cotidiana está marcada por la violencia y el sufrimiento.
A solo unos meses de esta supuesta oleada de paz, la realidad es muy diferente. Las bajas siguen aumentando en Ucrania y Gaza, y los acuerdos pacificadores de Trump han quedado en promesas vacías. Mientras tanto, las potencias mundiales continúan debatiendo sobre cómo abordar estos conflictos, mientras la figura de Trump, aunque vestida de pacifista, sigue siendo motivo de controversia y análisis en los medios internacionales.
El carisma y la capacidad de comunicarse de Trump continúan generando atención y división. Mientras algunos lo ven como el salvador que traerá un nuevo orden mundial, otros lo critican por trivializar problemas complejos y profundos que no se resuelven con simple retórica. La búsqueda de la paz siempre ha sido un noble objetivo, pero parece que con Trump al mando, la ‘luz al final del túnel’ aún está muy lejos de alcanzarse.








